¿Quién se toma en serio la educación?

Poco a poco, la administración educativa se ha ido llevando todo para el pago de tutorías telemáticas y los centros viven en una auténtica y desestructurada “economía de guerra”.

Castilla y León: caos organizativo y descoordinación brutal.

Por Jesús Salamanca Alonso / Hace unos días hacíamos alusión a la gran cantidad de cuestiones que siguen sin respuesta para los centros de educación de adultos. Hoy vamos a ampliar esa dejadez con un par de cuestiones más, las cuales se remiten a las Cortes de la comunidad para demostrar esa desidia, así como al presidente Herrera Campo que –dicho sea de paso– está desaparecido desde hace días. También se remiten al consejero de educación de la Junta de Castilla y León, más desorientado todavía que un lagarto en un gastrobar.

¡Reparto de la miseria y del abuso diario!

Consejero de Sanidad (Sáez Aguado) y Aimar, quien recibió 13 euros de ayuda.

Por Jesús Salamanca Alonso / Mientras la familia de Aimar recibe tan solo 13 euros por desplazamiento, manutención y alojamiento por parte de la Consejería de Sanidad de Castilla y León, un coche oficial ha estado trayendo y llevando a Burgos — durante cuatro años–  al exdirector general de Formación Profesional y Régimen Especial (Enrique de la Torre). Nunca entendió esa carga pública que hasta la Consejería de Educación tenía que ir en su coche…. otra cuestión es el desplazamiento desde la citada consejería a un acto o reunión oficial.

¿Cuánto nos ha costado esa carga pública? Y por si fuera poco el coste, su trabajo no ha lucido porque ha destrozado la educación de adultos en Castilla y León con órdenes absurdas, instrucciones mediocres, decisiones caprichosas y cutres planteamientos, además de haber abandonado muchas de las competencias que tenía encomendadas. A eso se llama “destrozos colaterales”, abuso y fraude del propio Gobierno regional, por prometer austeridad y no tener ni el más mínimo control de despilfarros y gastos; recordemos que los centros educativos han funcionado con una “economía de guerra” y un ahogo permanente.