Irene Montero, cadáver político. Por Ignacio Fernández Candela


Irene

Con los últimos escarceos por colocar a la reina del pesebre, Irene Montero, Pablo Iglesias demuestra que se le ha subido a la chepa la tucana del desempleo a la cabeza del artificio SUMAR. El delfín de pico afilado, híbrido de mamífero pensante y pájaro de mal agüero, ha impuesto la doctrina atrabiliaria comunista, beligerante y excluyente, por la consigna bolivariana de aglutinar a la ultraizquierda que tantos favores debe al Delcygate y al chantaje del sátrapa monclovita que ha regalado cuatro años de coche oficial a una manada de ineptos. Se exige una representación somera de lo podemita. Si no estuviéramos en una España pacificada, estos se mataban en pos de los residuos del pastel que han carroñeado a costa de la ruina de España. Yolanda Díaz se frota las patitas a la espera de recoger los frutos de la ineptitud con los que premia la izquierda a sus más inútiles líderes, relevado el podemismo hacia las lindes de la extinción.

Pablo Iglesias pretendía el retorno una vez disipado el hedor de su derrota por Madrid y ha descubierto que la delfina se ha crecido y se columpia en la jaula de oro que el hijo de terrorista-según afirmación judicial-acondicionó para asegurarse el regreso y la opípara manduca de vivir como un parásito del Estado. Usaba a su concubina como llave para que no se le cerrara la puerta del chollo, la que ahora ha sido condenada a pagar 18.000 euros por bocazas. A saber si sólo es el principio de un peregrinaje judicial estando en lontananza las cuentas pendientes de la corrupción. Irene Montero podría recoger la siembra cizañera de estos últimos años, condena tras condena después de haber atacado a los jueces…y no será que no estaba avisada…

El Tribunal Supremo le quita la coartada y la muestra miserable en defensa de la labor impecable de los jueces aplicando la ley. Su verborrea se disuelve a golpes de sentido común. Está calada personal y políticamente. La misma bocazas del sólo sí es sí, cuyos hedores públicos huelen a chamusquina marcando los destinos de la derrota personal; con la influencia perdida busca desesperadamente engancharse a la bicoca de la política, resultando una apestada y con fama pública de demente que se considera perjudicial para las aspiraciones del 23 J, máxime después del último y concluyente mensaje electoral de que a la paranoica que tanto perjuicio ha causado con sus trastornos psicológicos no diagnosticados, no la quiere nadie. Ahora, justo cuando se curaba las rodillas desolladas de tanto arrastrarse a los pies de su particular dios Mamón. Irene Montero va camino de poder tratar los desequilibrios psicológicos si antes no ha de pagar cuentas pendientes con la Justicia, como sería dirimir su responsabilidad criminal por la matanza de decenas de miles de ciudadanos gracias al desfile de bajos cerebelos un 8 de marzo del 2020. Perdió a su padre y su estulticia mató antes a los nuestros. Ese karma seguirá haciendo de las suyas a tenor de su pútrida siembra de cizaña y aberración.

La reina del pesebre complutense convertida en marquesa de Galapagar, la aborrecida totalitarista, consentida y destructiva, aun con sus ínfulas de emperadora no puede evitar el fétido rastro de su carne descompuesta como cadáver político. Es tanta la soberbia de esta vanidosa perdedora que con su orgullo herido podría iniciar una espiral de autodestrucción. No me imagino el día en que realmente acabe reflejada en el espejo de su realidad. Sólo un prodigio del Diablo podría salvarla de la quema con el aquelarre de la izquierda y la suma sacerdotisa Yolanda Díaz pidiendo su cabeza como cadáver político.

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