El aliciente que un desempleado tiene para volver a trabajar en nuestro país es aumentar sus ingresos netos en poco más de un 18%

LOS RÁBANOS POR LAS HOJAS / La situación de España no ha variado sustancialmente en los últimos veinte años. Se ha movido entre el 80% del año 2004 y el 82,80% de 2013. En el caso de la Eurozona, el incentivo ha ido creciendo a medida que han pasado los años. La trampa del desempleo estaba en el 78,9% en el año 2006 y se ha reducido hasta el 75% actual.
En España, un 56% de las personas que están desempleadas se benefician de alguna prestación, ya sea contributiva o asistencial. Las primeras están vinculadas al tiempo que se ha estado cotizando durante el periodo laboral previo al cese de la actividad y las otras, a la edad, al tiempo de permanencia en el paro y al cumplimiento de una serie de requisitos vinculados a las rentas anales. Seis de cada diez personas cobran las prestaciones asistenciales y las otras cuatro, las contributivas, según los últimos datos del SEPE.
Aunque la mayoría de los expertos desvinculan la cuantía de las prestaciones contributivas que paga el SEPE del desinterés de los desempleados en incorporarse al mercado laboral, la realidad es que con un salario mínimo de 1.000 euros mensuales por catorce pagas, la cuantía máxima de la prestación contributiva puede llegar a alcanzar los 1.520 euros mensuales para un desempleado con dos hijos o más a su cargo y los 1.182 en el caso de una persona soltera. La cuantía del subsidio se limita a 463 euros.
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