Es tan fácil hacer el ridículo como actuar tal cual lo hace «la Yoli», la misma que se hace llamar doña Yolanda por sus subordinados. Incurre en un catetismo trasnochado y en un complejo de superioridad, que no es más que un mecanismo de compensación para tapar su torpeza, chulería y parasitarismo sindical.

Su torpeza y demostrado analfabetismo le llega para enfrentarse, incluso, al Gobernador del Banco de España y decir que es un «ceporro» y desconoce el mercado laboral.
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