Por Max Romano / EL CORREO DE ESPAÑA / COSAS DE UNA BAILARINA / No es una coincidencia que los revolucionarios del Estado Libre de Bananas fueran marxistas, ni que al dictador se le fuera la olla como se dice vulgarmente. El desprecio por la realidad es el mismo y al progresismo, izquierda cultural o marxismo cultural, se le ha ido la olla hace mucho tiempo.
Siendo su pecado original, su íntima naturaleza, la negación de la realidad y el delirio de omnipotencia sobre ésta, era sólo cuestión de tiempo que explotara y rompiera todas las barreras la sinrazón que siempre ha llevado dentro.
Lo que está pasando no es un exceso, una desviación o una locura pasajera; son las consecuencias lógicas y últimas de su desprecio por el mundo real, su delirio liberticida por imponer una camisa de fuerza a la realidad, por deformar el lenguaje y las mentes a través del lenguaje.
Imponer por ley que un individuo con genitales masculinos y no tiene aparato gestante sea una “mujer” porque así lo dice; que un individuo con sistema reproductor femenino y capaz de gestar sea considerado “hombre” porque así lo desea, es exactamente lo mismo que establecer por ley que lo blanco es negro.
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