Por Javier Navascués / EL CORREO DE ESPAÑA / Puigdemont salió huyendo en el maletero de un coche mientras el resto de su gobierno era detenido, en su mayor parte.
Los independentistas consideran a Puigdemont un héroe porque consiguió huir de la Justicia española pero lo cierto es que su “heroísmo” es más que dudoso. Salvando muchas distancias, y sin pretender comparar a ambos personajes, lo que hizo Puigdemont es como si el 20 de julio de 1936, viendo que el alzamiento había fracasado en la mayor parte de España, Franco hubiese decidido huir en avión hacia Italia y formar allí un gobierno en el exilio. Si das un alzamiento o un golpe de Estado, tienes que ir hasta el final sean cuales sean las consecuencias. Afortunadamente Puigdemont no tenía madera de luchador.
La situación de Cataluña actualmente es un auténtico callejón sin salida mientras el Gobierno del PSOE renuncia a un proyecto nacional español.
Así es. De hecho, la visión federalista y plurinacional de España del PSC y del PSOE de Pedro Sánchez facilita enormemente las cosas a los separatistas ya que realmente se trata de una visión contraria a la idea de España como nación. La única diferencia con los planteamientos de los nacionalistas catalanes es que Sánchez e Iceta no apoyan una ruptura abierta, al menos de forma descontrolada, de España y aún conceden un cierto papel burocrático al Estado, pero realmente no creen en España como nación y patria.
No es una exageración decir que el procés está destruyendo Cataluña. Los datos y la evidencia hablan ya de una decadencia económica irreversible, que empieza a aproximarse a caracteres de hundimiento, mientras Madrid, por el contrario, avanza sin parar, hasta estar convirtiéndose en el mayor polo económico del sur de Europa.
Es una situación que puede causar satisfacción, a quienes la consideren una suerte de justicia poética frente a la soberbia del nacionalismo catalán o pena, a quienes todavía sientan afecto por Cataluña, pero, en cualquier caso, es una realidad difícilmente refutable.
Por otro lado, para poner fin al régimen nacionalista en Cataluña, como en el caso vasco, sería imprescindible un gran cambio político a nivel nacional en España. De lo contrario estos regímenes, aunque no consigan alcanzar la independencia, sí pueden prolongarse todavía durante décadas.
En el caso catalán la ley electoral, férreamente pro nacionalista, hace casi imposible cambiar las cosas y que los independentistas pierdan el poder por vía electoral, al menos en un horizonte de largos años. Por tanto, es imprescindible un cambio radical de enfoque desde los Gobiernos de España, que permita imponer esos cambios.
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