Los Jordis catalanes: acongojados en la cárcel


«Lo que no han conseguido los chistes en cientos de años, lo ha conseguido la realidad catalana: gitanos y guardias civiles defendiendo la misma causa, es decir, la unidad de España».

Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, dos ‘monstruos’ del independentismo catalán que han incurrido en sedición, prevaricación y enaltecimiento del terrorismo.

Por Jesús Salamanca Alonso / Pensaban que iban a revolucionar a los presos en la cárcel. Estaban convencidos de que podían destrozar España desde el centro penitenciario de Soto del Real, pero les ha salido rana o, lo que es lo mismo, el tiro por la culata. Se habían acostumbrado al adoctrinamiento fácil que se estaba dando en Cataluña desde sus respectivas organizaciones.

Cuando se subieron al coche de la Guardia Civil para lucirse, se lo encontraron todo hecho porque abajo estaban los suyos; los mismos que, durante años, han sido aleccionados desde las escuelas. La cárcel es otro tema: allí ni se les respeta ni se les da cancha. Es más, han caído mal los dos ‘Jordis’ y son el ‘tócameroque’ del módulo: todos contra ellos.

Se han encontrado con que a su paso, los demás internos ponen el «Viva España» de Manolo Escobar, «El novio de la muerte» o el Himno Nacional. Doy fe de que las van a pasar canutas, además, son grupos de internos de etnia gitana quienes les están aleccionando: me da la impresión de que los Jordis acabarán cantando el Himno Nacional, el Cara al Col o Montañas Nevadas.

Han empezado a probar su propia medicina y acabarán probando de todo. Cuando salgan a la calle, no se les volverá a oír ni continuarán con sus actividades delictivas en Cataluña. Lo que no han conseguido los chistes en cientos de años, lo ha conseguido la realidad catalana: gitanos y guardias civiles defendiendo la misma causa, es decir, la unidad de España.

A todas esas fechorías que les están haciendo en el centro penitenciario hay que añadir que el grupo de etnia gitana ha extendido el chivatazo que dio a los funcionarios el tal Jordi Sánchez y, desde entonces, es una tortura permanente y lo será más. A ello hay que añadir –como símbolo máximo de burla– que algún interno le enseña sus partes cada vez que se cruza con él.

De momento, solo le han salido herpes al tal Sánchez. Cuixart está aturdido y acobardado en su celda en pasión temblorosa. No se descarta que renuncie al independentismo catalán por los siglos de los siglos. Bien es verdad que lo sucedido no forma parte de faltas como para cambiarlos de lugar. Está claro que no se puede esputar hacia arriba porque irremisiblemente baja.

Algo parecido a lo que aquí contamos es lo que le espera a la presidenta de la Cámara catalana, Carme Forcadell. ¡Ojo, piensen que en los módulos de mujeres no son tan delicadas como lo son los hombres! ¡Pobre Forcadell, ya le estoy viendo despreciar ‘els segadors’ y adoptar el himno nacional aunque sea con el ‘lo-lo-lo-lo’ pues no creo que conozca la letra de Pemán!

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